Desde mi pluma: "El Torbellino en su Sonrisa". 🖋

Fue su sonrisa lo que, irónicamente, me robó el aliento. Porque sus ojos podrían ser la ventana hacia su alma, pero su sonrisa era la proyección de la bondad que habitaba en su corazón. Sin embargo, también temía que se tratara de una trampa: que mordiera el anzuelo, que diera un paso en falso… que terminara cayendo en su juego y, al final, pudiera tenerme bajo su control.

Decidí que no me importaba. Quería tomar el riesgo. Necesitaba tomarlo. La sensación de quedarme sin aire por un segundo y recobrarlo al siguiente contestándole la sonrisa parecían darle un nuevo sentido a mi existencia. ¿No era ese el caso? ¿Estar con alguien que te provocara sensaciones extraordinarias? Porque, honestamente, no me va el rollo de la estabilidad. No, yo quiero a alguien que me saque de mis casillas, en el buen sentido.

Que me provoque una tromba en el pecho, un aleteo intenso en el estómago y que suba hasta mi garganta. Que me hormigueen los dedos de las manos queriendo tomarle la cara y plantarle un vasto beso. Eso es lo que busco. Y la verdad es que creo que lo he encontrado. Porque su sonrisa se ha robado mi alma, y su mirada ha tomado posesión de mi cordura.

Y sé que si mi locura dura más que mi sentido común cuando estoy a su lado, voy a estar curado de todos mis males.

Porque comprendo que es insano esto que siento, pero no miento cuando digo que le amo. Que le quiero tomar de la mano y atravesar juntos el espacio y el tiempo. Y que si el tiempo lo mido con besos estaríamos atrapados en un bucle infinito; uno en el que nos sintamos presos, y con el alma en un hito. Y a pesar de eso no querer escapar, porque son más fuertes mis ganas de amarte que de volver a la realidad.